domingo, 19 de mayo de 2013

Videla: la represión y su sentido


La muerte del ex dictador Jorge Rafael Videla presenta un momento para la reflexión sobre lo que representó la dictadura para el Movimiento Obrero Argentino. Con intereses que respondían a los grandes capitales nacionales y transnacionales, “los milicos” reprimieron, secuestraron, torturaron y mataron. Detrás de la violencia, un modelo económico, un modelo de país y el germen de la exclusión de millones.

La brutalidad de la dictadura militar que accede al poder el 24 de marzo de 1976 no era un sinsentido. La represión al movimiento obrero organizado se había exacerbado post Cordobazo y luego con la creación de la triple A en plena democracia. Previo al golpe de estado de 1976, dos de los referentes del Cordobazo murieron como consecuencia de las persecuciones. Agustín Tosco falleció en la clandestinidad sin poder ser atendido y Atilio Lopez fue asesinado de 130 balazos por la Alianza Anticomunista Argentina. Agotada la salida represiva en democracia y con una crisis política abierta por la muerte de Perón, los militares irrumpieron con el objetivo de poner “orden” ante una situación que amenazaba los intereses de los grandes poderes económicos.
Una severa reforma financiera, endeudamiento externo y desindustrialización fue el contexto económico que impuso la dictadura a la brutal represión que blandía sobre los que resistían. Gracias a la liberalización económica, el plan cívico-militar logró que la industria deje ser el núcleo dinamizador de la economía nacional. Estas decisiones lograron que en los primeros años posteriores al golpe cívico-militar cierren más de 20.000 establecimientos fabriles. Como consecuencia directa se puede mencionar que el producto bruto del sector industrial cayó cerca de un 20% entre 1976 y 1983.
El foco central de resistencia a la dictadura cívico-militar se encontraba en el Movimiento Obrero Organizado. Los sindicatos y comisiones internas combativas enfrentaron al régimen dictatorial, a patronales que elaboraban listas negras y a los dirigentes participacionistas que entregaban a quienes resistían las conducciones burocratizadas. Estos dirigentes gremiales y militantes de base fueron los más atacados por la represión. Las cifras expresan que el 67% de los desaparecidos son trabajadores, fundamentalmente activistas de base.
Esta sociedad entre militares y patrones se evidenció desde el primer día de la dictadura. El 25 de marzo de 1976, a sólo 24 horas de haber asumido de facto el gobierno, el Comunicado N°4 de la Dictadura expresaba: "Se comunica a la población que todas las fuentes de producción y lugares de trabajo estatales y privados, serán considerados de interés militar". Ese mismo día el Comunicado N°25 disponía la intervención de la CGT y la confiscación de sus fondos. Decisioness claras que determinan el nivel de protección a los patrones y sus bienes, mientras que buscan desarticular el órgano de asociación de los trabajadores y le confiscan sus recursos. 
Con sus organizaciones sindicales y sociales intervenidas, la Ley de Contrato de Trabajo derogada y, posteriormente reemplazada por la Ley 21400/76 que obligaba a desistir de las huelgas, la implantación de un régimen de despido sin causa y la eliminación de los fueros gremiales se buscó desarticular la actividad sindical. A pesar de estas medidas disuasorias, se contabilizan por decenas las acciones gremiales que se llevaban adelante. En el transcurso de 1976 se verifica un total de 89 conflictos sólo en grandes empresas.
Fruto de las políticas económicas y del nuevo patrón de acumulación instaurado por la dictadura cívico-militar sostenido a fuerza de represión, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional se redujo  del 43% en 1975 (previo al golpe) al 22% en 1982 (cuando entregaron el poder). En el transcurso de sus casi 7 años en el gobierno, la dictadura no sólo había logrado detener el avance de las reivindicaciones de los trabajadores organizados, sino que había destruido derechos y fundamentalmente había impuesto un nuevo orden de corte liberal que tendría continuidad desde lo económico.

 La destrucción de los ingresos de los trabajadores, la desarticulación de sus fuerzas y sus organizaciones, la aparición de la desocupación como disciplinador y el germen de la exclusión de millones se la debemos a los videlas y a los representantes de los grandes intereses económicos de ayer y de hoy. Videla se murió, sin embargo los intereses que defendió hasta el último día siguen vivos en la desocupación, el trabajo no registrado, la tercerización, las persecuciones gremiales y los salarios de hambre.

Jorge Duarte 
http://escritosdeclase.blogspot.com.ar/2013/05/videla-la-represion-y-su-sentido.html

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